Jordi Camps Asesor Profesional SEO SEM Internet

Ciudades sin comercio

¿Como ha transformado nuestras costumbres la digitalización?

La digitalización de la economía está transformando nuestras costumbres a gran velocidad y no nos damos cuenta hasta que esto toca algo importante. En los últimos quince años hemos asistido a una bajada drástica en los precios de muchos bienes, pero también en la pérdida de muchos puestos de trabajo. No vimos la gravedad de esta pérdida hasta que ya no quedaba industria textil en nuestro país. Cierto, no todo el mundo perdió, si miramos el grupo Inditex, supo aprovechar la velocidad de la fabricación en países emergentes para cambiar la moda cada quince días y ponerse los jóvenes en el bolsillo. Los cambios en los hábitos de la compra hace muchos años que empezaron. Primero fue el cierre de las pequeñas tiendas de comestibles por culpa de los grandes hipermercados, después ante los grandes espacios comerciales. Si recordáis en Grenoble, a principios de los años 80, la preocupación del ayuntamiento por el despoblamiento del centro urbano y los esfuerzos para recuperarlo. Se habían ido las tiendas y la gente también se había desplazado a vivir en la periferia, en un proceso que llevaba en el centro de la desertificación. No hay que ir demasiado lejos para ver los pueblos de alrededor de Girona con el mismo proceso, calles mayores donde había habido actividad comercial con tiendas de ropa, zapatos, comestibles, librerías, bares y bancos, hoy sólo contiene un cajero automático y un bar. El comercio, tal y como lo hemos conocido, se muere.

Un vector que presiona en este cambio de hábitos de la compra es la compra por Internet. En este espacio los jóvenes se mueven como en su casa y los precios de los productos son inmejorables. La digitalización de la compra permite eliminar un montón de intermediarios y hacer la cadena, desde la fabricación al consumidor, terriblemente eficiente. Ya no hay un intermediario mayorista que vende a otro minorista con los transportes, almacenamiento y beneficios correspondientes, ahora la cadena desde el fabricante al consumidor sólo con el intermediario de una aplicación en Internet que cobra una comisión. Desde el punto de vista de difusión, el proceso es máximo, llegando a un público potencial mundial. Desde el punto de vista de costes, es el mejor de los inventos. Por lo tanto, será difícil combatir esta tendencia y habrá que elegir si se asimila o bien la combatimos por sus efectos negativos. Por el efecto Internet no es el único peso que tiene que aguantar el pequeño comercio. Aquí hay que añadir el aumento insoportable de los precios de alquiler de los locales, difíciles de pagar con los márgenes que deja el comercio está muchas horas inactivo, sin que pase gente a comprar, necesita fidelizar el público con muchas horas de apertura sin ser efectivo. Debe decir al cliente que está a sus disposición desde la mañana hasta la tarde. Es un sacrificio importante que pide tener abierto 10 o 12 horas durante 6 días hasta 7 días a la semana. El comercio de antes era la vida del comerciante en el sentido de que vivía allí, era su casa, y no le importaba atender un cliente cuando estaba comiendo o lavando la ropa. Esto ha desaparecido del todo y sólo quedan así los comercios que cogen los chinos o los paquistaníes. El día que un comerciante divide los ingresos que hace por las horas que pasa, descubre que la hora trabajada le sale a 2 o 3 euros y cierra. Es un error comprar el precio de una hora de trabajo expectante, contemplativa. Si el comercio al final da lo suficiente para ser rentable, para pagar el material, el alquiler, la electricidad, la calefacción, los impuestos y el personal, debe continuar, aunque el precio de la hora de trabajo sea bajo. Para que el trabajo hay que medirlo por su intensidad, no sólo por el tiempo.

 

Aquí entonces tenemos un panorama que se presenta claro: la desertización del centro de las ciudades. ¿Como sustituiremos la imagen del comercio? ¿Con más bares? ¿Con salas de ocio? ¿O directamente poniendo viviendas en los bajos donde ahora hay tiendas? ¿Aumentaremos una ciudad sin actividad y dejaremos que sólo sea un dormitorio? ¿Transformaremos la ciudad en un lugar de encuentro para la tertulia con los amigos y la dibujaremos para el ocio del tiempo que tendremos? ¿Seguro que encontramos trabajo por los desahuciados del comercio?

De momento lo que podríamos hacer es resistirnos a su desaparición, por ejemplo transformando los comercios haciéndolos más especializados y menos generalistas, bajando los precios de alquiler de los locales y bajando los impuestos. Será mucho mejor eso que no asistir a la desaparición del comercio local.

 

 

Fuente: http://www.diaridegirona.cat/opinio/2017/04/30/ciutats-comerc/843456.html